El reparador de almas

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Lugar: Buenos Aires, Argentina

viernes, 13 de marzo de 2009

Transformers en Buenos Aires

Hace tiempo, con mi hijo, veía aquellos dibujos animados de autos que se volvían robots. Recientemente, gracias al cine y a la animación de computadora, pude ver autobots interactuando con personas. Más reales y más peligrosos que aquellos dibujitos. Pero... hay Transformers más reales y más peligrosos aún. ¿Dónde? En Buenos Aires, por supuesto.
Prestando atención se los puede ver por todas partes. El señor bajito y simpático de la esquina, el que siempre le da los buenos días, al volverse conductor no sólo dejará de saludar; sino que tampoco encenderá el guiño para doblar a la derecha o cambiar de carril.
La profesora de música, que tantas melodías clásicas le ha enseñado, se ensañará con el clásico sonido de su bocina.
Nadie más amable que el portero... digo encargado, sepan disculpar, que le abrirá la puerta con una sonrisa cómplice y una reverencia. Sin embargo, al subir a su auto, un extraño embrujo se apoderará de él. No hace falta decir que el hombre amable se quedó en la vereda, que ni sueñe en intentar ganarle el cruce en una bocacalle; que quizás aún sonría, pero con un aire a asesino serial y que la reverencia se la hará con el dedo medio de la mano derecha.
Es posible que éstas extrañas transformaciones se deban al aire, al agua o al carné de conducir; que nos convierte en 007 con licencia para matar.
No son los autos, bots o no, pues algunos son nacionales y otros importados. Quizás las patentes estén embrujadas y al colocarlas quedan hechizados.
El viejito de la vuelta, el que ni mata una mosca, se voverá Rambo con la mueca y todo.
Doña Luisa, la de los exquisitos bollos, le abollará el auto sin dudarlo.
Su abogado, el de la calma perpétua, sacará medio cuerpo por la ventanilla y le recitará el código penal.
Como en aquellas películas de muertos vivos, aunque la que vea sea su madre, si está al volante, no se confíe.
Si intenta salir de un estacionamiento, en una calle angosta del microcentro, a las seis de la tarde; quizás debería ver: Pánico en el año cero. El truco que usó Ray Milland para cruzar la ruta podría servirle. Aunque arrojar combustible y encenderlo, para que los autos lo dejen pasar, podría ser un poco ilegal.
En la antigüedad cuando un jóven era aceptado como adulto podía usar la lanza, guerrear, cazar, buscar pareja. Ahora, gracias a la tecnología, con darle las llaves del auto alcanza para todo eso.
Finalmente... si me permite sugerirle:
  • Use cinturón de seguridad. Aunque más no sea para que no quede colgando de la puerta del auto. Queda feo.
  • Las lineas paralelas, en las esquinas, no significan libre estacionamiento. Es cruce peatonal.
  • Peatonal se refiere a peatón. Normalmente seres humanos a pie. En algún momento todos lo somos.
  • El semáforo en rojo significa peligro para usted también, no sólo para los demás.
  • Si es peatón. ¿Recuerda la definición? Mire antes de cruzar, aunque el semáforo le sea favorable. Muchos de los que al aviso: ¡cuidado!, respondieron: que se cuiden ellos. Están en el cementerio.
  • No presuponga que el otro conductor hará lo que debe; puede estar dormido, drogado, pensando en que le meten los cuernos o que lo despidieron; preste atención... Y por supuesto no esté dormido ni drogado. Los problemas de cuernos arréglelos con su pareja y los laborales con su jefe o viceversa.
  • Si piensa que cada peatón es su hijo o que cada conductor es su hermano, nunca piense en su suegra, habrá esperanza.

Pronto subiré a mi auto y negaré haber escrito ésto, me transformaré.

Les deseo que sean conductores responsables, buenos conductores ya deben ser. Y por favor: ¡No lean ésto mientras conducen!

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